viernes, 9 de marzo de 2012

VALORES:


Respeto:
El respeto o reconocimiento es la consideración de que alguien o incluso algo tiene un valor por sí mismo y se establece como reciprocidad: respeto mutuo, reconocimiento mutuo. El término se refiere a cuestiones morales y éticas, es utilizado en filosofía política y otras ciencias sociales como la antropología, la sociología y la psicología.

El respeto en las relaciones interpersonales comienza en el individuo, en el reconocimiento del mismo como entidad única que necesita que se comprenda al otro. Consiste en saber valorar los intereses y necesidades de otro individuo en una reunión.

Honestidad:
Ser honesto es ser real, auténtico, genuino. Ser deshonesto es ser falso, ficticio, impostado. La honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás. La deshonestidad no respeta a la persona en si misma ni a los demás.

 La honestidad tiñe la vida de apertura, confianza y sinceridad, y expresa la disposición de vivir en la luz. La deshonestidad busca la sombra, el encubrimiento, el ocultamiento. Es una disposición a vivir en la oscuridad.

La deshonestidad no tendría ningún papel en un mundo en que imperara la realidad y estuviera habitado por seres humanos plenamente conscientes. Desgraciadamente, debemos de convivir con la deshonestidad. Los humanos, abrigamos una variedad de tendencias e impulsos que no armonizan espontáneamente con la razón.

Los seres humanos necesitan práctica y estudio para convertirse en personas benévolas en las que retomar la chispa divina de la que emergimos. En ese intento hacen muchas cosas que la prudencia les aconseja ocultar. Mentir es una “fácil” herramienta de ocultamiento y, cuando se emplea a menudo, pronto degenera en un vicio que arrastra hacia lo contrario.

La honestidad es de suma importancia. Toda actividad social, toda empresa humana que requiera una acción concertada, se atasca cuando la gente no es franca. La honestidad no consiste sólo en la franqueza, la capacidad de decir la verdad, sino en la honestidad del trabajo honesto por una paga honesta.

Se debe reconocer que la honestidad es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad, para la auténtica vida comunitaria. Pero se debe tomar en serio por sí misma, no “como la política más conveniente”.

Hay una gran diferencia entre tomar en serio la verdad y no dejarse pillar. Los padres a menudo decimos “que no te pille de nuevo”, y es comprensible, pero una vida buena y honesta es más que eso. El desarrollo moral no es un juego de “píllame si puedes”. Conviene concentrarse en lo que importa de verdad, la clase de persona que uno es, y la clase de persona que uno quiere ser.
No hay medias tintas con la honestidad.

Honradez:
Aunque no es fácil captar todo el significado de la palabra honradez, si   comprendemos cuando alguien es honrado. Los diccionarios nos lo dicen con toda claridad. Una persona es honrada cuando es incapaz de robar, estafar o defraudar. Desde una perspectiva más personal, es la persona que cumple a cabalidad con sus deberes. Y, desde el campo de la intencionalidad, es la persona que tiene buenas intenciones.
Cuando afirmamos que alguien es honrado, estamos diciendo que es recto, íntegro, cabal y confiable, en su proceder en la vida. La sabiduría popular diría de él que es todo un hombre. En otras palabras, la persona honrada es la que hace las cosas como tiene que ser. Ni más, ni menos. No se vende por todo el dinero del mundo.Haciendo caminos

Por otra parte, en esto de los valores, las cosas pequeñas son muy importantes.  El que quiera ser honrado en las cosas grandes tiene que serlo en las pequeñas. No vale el mecanismo  de decir hoy soy honrado y mañana no. El que quiera ser honrado no puede ceder a ninguna tentación, aunque se trate de algo insignificante.
Estas actitudes junto al deseo de la satisfacción personal, nos hacen comprender el gesto de los jóvenes. Un buen camino para recorrer.

Dignidad:
Del latín dignĭtas, dignidad es la cualidad de digno. Este adjetivo hace referencia a lo correspondiente o proporcionado al mérito de alguien o algo, al merecedor de algo y aquello de calidad aceptable.

La dignidad está relacionada a la excelencia, la gravedad y el decoro de las personas en su manera de comportarse. Un sujeto que se comporta con dignidad es alguien de elevada moral, sentido ético y acciones honrosas. Por ejemplo: “Nos esforzamos pero no alcanzó: perdimos con dignidad”, “Le ofrecieron dinero pero su dignidad le impidió aceptarlo”.

En su sentido más profundo, la dignidad es una cualidad humana que depende de la racionalidad. Sólo los seres humanos están capacitados para mejorar su vida a partir del libre albedrío y el ejercicio de la libertad individual; los animales, en cambio, actúan por instinto. En este sentido, la dignidad está vinculada a la autonomía y la autarquía del hombre que se gobierna a sí mismo con rectitud y honradez.

La libertad es posible a través de la educación, que permite que las personas tomen decisiones en base al conocimiento y haciendo uso de la plenitud de su inteligencia. Por supuesto, otras cuestiones hacen a la libertad de un individuo y, por lo tanto, a su dignidad: una vivienda, trabajo, acceso al sistema sanitario, etc.

Si una persona es despojada de estos derechos básicos, se dice que su dignidad ha sido ultrajada, no por voluntad de la persona, sino porque no puede ejercer su libertad. La dignidad implica el reconocimiento de la condición humana y el respeto.

Amor:
El amor como valor moral
Uno de los sentimientos más nobles y pilares fundamentales de la vida de las personas, también encuentra su lugar entre las páginas de La Rebelión, en el pensamiento de Ayn Rand.

John Galt (uno de los personajes principales del libro), en su discurso central, hace referencia al amor, ilumina con sus palabras una visión particular sobre el mismo y nos permite pensarlo desde otra perspectiva.

“El amor es la expresión de los propios valores, la mayor recompensa que podemos ganar por las cualidades morales que hemos cultivado”

“Tu moral te exige que divorcies el amor de los valores y que se lo des a cualquier vagabundo, no como contrapartida de su valor, sino como contrapartida de su necesidad; no como recompensa, sino como limosna; no como pago por sus virtudes, sino como un cheque en blanco para sus vicios.”

“Amar a alguien por sus virtudes es mezquino y humano, te dicen; amarlo por sus errores es divino. Amar a quienes lo merecen es egoísta; amar a quienes no lo merecen es sacrificio. Les debes tu amor a aquellos que no lo merecen, y cuanto menos lo merecen, más amor les debes; cuanto más despreciable es el objeto, más noble es tu amor”

“si puedes hacer de tu alma un depósito de basura que acoja cualquier cosa por igual, si puedes dejar de estimar los valores morales, entonces habrás alcanzado el estado de perfección moral”
Solidaridad:
Cuando dos ó más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin común, hablamos de solidaridad.
La solidaridad es un valor de gran trascendencia para el género humano, pues gracias a ella no sólo ha alcanzado los más altos grados de civilización y desarrollo tecnológico a lo largo de su historia, sino que ha logrado sobrevivir y salir adelante luego de los más terribles desastres ( guerras, pestes, incendios, terremotos, inundaciones, etc.).


Es tan grande el poder de la solidaridad, que cuando la ponemos en práctica nos hacemos inmensamente fuertes, y podemos asumir sin temor alguno los más grandes desafíos al tiempo que resistimos con firmeza los embates de la adversidad.
La solidaridad, cuando persigue una causa noble y justa ( porque los hombres también se pueden unir para hacer daño ) cambia el mundo, lo hace mejor, más habitable y más digno.
«PARA SER SOLIDARIOS»
a.- Reflexionemos sobre la situación de todos aquellos menos favorecidos que nosotros, y no cerremos los ojos frente a sus problemas y necesidades.
b.- Si hay una causa en la que creemos y sabemos que podemos colaborar, no vacilemos en hacerlo.
«LA FALTA DE SOLIDARIDAD»
La falta de solidaridad denota indiferencia, egoísmo, estrechez de miras en cuanto a los seres humanos.
El que se niega a colaborar de manera entusiasta y desinteresada con quienes lo rodean en el logro de un objetivo común, renuncia a la posibilidad de unirse a algo mucho más grande y más fuerte que él mismo, en donde puede encontrar seguridad y apoyo, pues cuenta con el respaldo de sus compañeros, lo mismo que ellos con el suyo.
El individualismo exagerado conduce a la insensibilidad, a la ausencia de grandeza humana, y resta méritos y alegría a cualquier logro por grande que sea, pues no hay con quien compartirlo.
Otro tanto les sucede a quienes, contando con los medios para ayudar desinteresadamente a sus semejantes ( mediante oportunidades de trabajo, por ejemplo ), no se conmueven en absoluto por sus penalidades, ni hacen nada en absoluto para aliviarlas.
Estas personas nunca serán admiradas, ni queridas con sinceridad, ni sus posesiones y dinero tendrán valor humano alguno.

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